Open

     


Mis mayores motivaciones ocurren de una manera muy caprichosa y alejada de toda lógica. El verano pasado, durante unas vacaciones en Córdoba, leí “Open”, la autobiografía de André Agassi (una de las mejores biografías que se hayan escrito y que recomiendo con vehemencia). En la primera página dice: “Juego al tenis para ganarme la vida, aunque odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y siempre lo he detestado”. A eso le  siguen trescientas páginas en las que explica militante y rigurosamente su desprecio por ese deporte que tanto lo martirizó de niño, de joven y de adulto.

     Volví de Córdoba y al día siguiente me inscribí en el club para tomar clases. De tenis. 

     Y ahora juego al tenis todo el tiempo. A la hora de clases de los martes le agregué, casi sin darme cuenta, dos horas posteriores; después sumé los partidos de los sábados y a veces también, entrenamientos los jueves o viernes. 

    Juego al tenis todo el tiempo. Juego apasionadamente, con celo y recelo, con la soltura del amateur, pero con el cuchillo bien apretado entre los dientes. Tratar de entender este juego resulta enloquecedor. Uno continuamente va sopesando y sintiendo la confianza de la que dispone, para después ver qué puede hacer con eso. Foster Wallace (otro al que hay que leer mucho) lo describía mejor; él creía fundamental dominar “esa mezcla extraña de precaución y abandono que llamamos coraje”. 

     Juego al tenis todo el tiempo. Lo hice con 4° en agosto y con 36° de térmica en diciembre. Estoy todo flaquito y negro, con la piel curtida por el sol y ahora las articulaciones recién empiezan a hacerme caso después del mediodía, pero le sigo poniendo garra.  Por el momento creo que aprendí más los vicios que las destrezas. Sigo siendo malo en el juego pero ya avancé mis niveles de arrogancia como todo buen tenista que se precie. Hoy me divierte y me representa la actitud que tuvo una vez Vita Gerulaitis. El tipo venía de perder 16 veces seguidas contra Jimmy Connors. Obviamente, lo bardeaban feo. Finalmente, una vez puede ganarle y van todos a ponerle el micrófono. Y el bueno de Vitas declara: “sepa el mundo del tenis  que nadie le gana a Vitas 17 veces seguidas."

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